El comercio electrónico internacional ha perdido una de sus ventajas más valiosas. Desde el 29 de agosto de 2025, Estados Unidos ha suspendido la exención aduanera conocida como “de minimis”, que permitía la entrada libre de impuestos en el país de paquetes de hasta 800 dólares. Una ventaja que ha llegado a su fin tras la orden ejecutiva de la Administración Trump, que ha decidido que todos los envíos que crucen sus fronteras —sin importar su valor, país de origen o forma de transporte— estarán sujetos a aranceles, impuestos y controles aduaneros.
Según indican desde el Gobierno de EEUU, la medida busca luchar contra el tráfico ilícito, especialmente contra el envío de fentanilo por correo; y frenar la expansión de plataformas extranjeras de e-commerce, principalmente chinas, pero su decisión abre una etapa de incertidumbre para empresas y consumidores en todo el mundo.
Empresas españolas: más costes, menos ventas y trámites extra
Para las compañías españolas que venden a clientes en EE.UU, la suspensión del “de minimis” supone un obstáculo directo. Productos que antes llegaban sin arancel ahora afrontan un gravamen mínimo del 15% sobre su valor, un coste que erosiona la competitividad frente a rivales locales o de terceros países. Además, cada envío requiere una declaración aduanera completa y el pago anticipado de impuestos, lo que multiplica la burocracia y encarece la logística.
El impacto se ha notado desde el primer día: Correos suspendió el 25 de agosto sus envíos comerciales de bajo valor a EE.UU., al igual que otros servicios postales europeos, al no contar aún con un sistema para cobrar los aranceles de forma anticipada. Solo se permiten cartas, libros, documentos sin valor comercial y regalos entre particulares inferiores a 100 dólares. Las pymes españolas de e-commerce se han visto paralizadas, sin poder enviar pedidos a clientes norteamericanos justo al inicio de la nueva normativa.
La Cámara de Comercio de España calcula que las exportaciones nacionales al mercado estadounidense podrían caer hasta un 14,3% por efecto de estos nuevos aranceles. Aunque EE.UU. solo representa el 5% de las ventas exteriores de España, unas 500 empresas concentran la mayoría de este negocio y dependen de forma crítica de ese mercado. Entre los sectores más afectados figuran los productos químicos, bienes de equipo, maquinaria industrial y también iconos de la marca España como el aceite de oliva.
Consumidores: menos gangas y más trabas en las compras online
Las grandes plataformas chinas que se beneficiaban de la exención, como Shein o Temu, ahora tendrán mayores costes al vender en el mercado estadounidense, lo que podría obligarlas a ajustar precios globalmente. Esto significa que las promociones y precios bajos que disfrutaban los consumidores europeos pueden reducirse en los próximos meses.
Además, la Unión Europea ya estudia seguir los pasos de Washington. En Bruselas está sobre la mesa eliminar la exención arancelaria de 150 euros para importaciones extracomunitarias, una medida que se sumaría a la eliminación del IVA en pequeñas compras ya aplicada en 2021. Si esta propuesta prospera, probablemente en 2027, los consumidores españoles verán cómo desaparecen las “gangas” en webs internacionales, con precios más altos, trámites aduaneros y tiempos de entrega más largos.
En el corto plazo, los particulares en España que envían o reciben paquetes hacia/desde EE.UU. también se verán afectados: con el fin de los envíos económicos por Correos. La alternativa pasa por mensajerías privadas mucho más caras o por esperar a que el servicio postal español y sus socios adapten sus sistemas al nuevo marco.
Eso sí, no todo son malas noticias. Algunos analistas apuntan que el consumidor español podría beneficiarse de forma indirecta: si productos como el vino o el aceite de oliva pierden mercado en EE.UU., es probable que haya excedentes en el mercado interno que presionen a la baja sus precios.
Un impacto fiscal moderado, pero significativo
Los expertos de FUNCAS calculan que el nuevo escenario restará alrededor de 0,2 puntos al PIB español, la mitad del impacto medio estimado en la eurozona. El Gobierno habla de una incidencia “moderada”, aunque reconoce la incertidumbre en las proyecciones. Donde sí hay efectos inmediatos es en el plano operativo: operadores logísticos y aduanas han tenido que adaptar sistemas y procesos en tiempo récord para cumplir con las nuevas exigencias de EE.UU.
A nivel político, la medida ha encendido alarmas en Bruselas. La presidenta de la Comisión Europea la calificó como “un duro golpe para la economía mundial”, y tanto la UE como España buscan fórmulas para mitigar sus consecuencias. El ICEX ya ha activado un Plan de Alto Impacto en Competitividad para asesorar y apoyar a las empresas exportadoras españolas más expuestas.
El fin del “de minimis” obligará a las empresas a rediseñar estrategias logísticas, ya sea a través de la consolidación de envíos o abriendo almacenes en destino. «Tanto las empresas españolas que venden fuera como los consumidores que compran en el exterior tendrán que aprender a moverse en un mercado con más trabas, menos ventajas y una fiscalidad cada vez más digitalizada y estricta”, explica el CEO del Grupo Servicios Reunidos Peñas, José Miguel Peñas de Pablo.