Hasta 700,000 pequeñas y medianas empresas, un 26% del total, sufren dificultades, tanto por los concursos de acreedores que empezaron a intensificarse con la pandemia como por la falta de liquidez y financiamiento. El 26% de negocios cerraron el ejercicio pasado en pérdidas.
En 2022, más de 14,000 empresas estaban en concursos de acreedores, y aproximadamente 170,000 negocios cerraron, aunque las cifras reales puedes ser aún mayores. Además, el Observatorio del Consejo General de Economistas advierte sobre la fragilidad de las pymes y autónomos debido a los altos intereses, la inflación y las restricciones salariales.
En un contexto donde los pequeños negocios luchan por sobrevivir, se necesita un enfoque integral para revitalizar la economía y proporcionar apoyo esencial, “pero también un buen asesoramiento que permita acceder a herramientas de financiación y nos permita gestionar adecuadamente las oportunidades que ofrece un concurso de acreedores”, señala el CEO de Servicios Reunidos Peñas, (SRP), José Miguel Peñas de Pablo.
Financiación
En el caso de la financiación, por ejemplo, conviene recordar que los préstamos bancarios no son la única opción. “Ha sido tradicionalmente el principal recurso, permitiendo a las empresas pedir dinero y devolverlo gradualmente”, pero existen otras alternativas. Las pólizas de crédito ofrecen una línea de financiación para ser usada según las necesidades. Con la línea de descuento comercial el banco adelanta dinero a cambio de efectos comerciales entregados por la empresa, como una letra de cambio o un pagaré, y las remesas de recibos permiten anticipar el importe de recibos pendientes de pago.
También se puede recurrir al leasing y renting, que permiten adquirir equipos y bienes sin una inversión inicial significativa, o al crowdfunding una forma de financiamiento colectiva en la que individuos prestan pequeñas cantidades a cambio de recompensas.
Otros recursos son los préstamos participativos, que pueden convertirse en participaciones accionarias y son comunes en startups; los business angels, inversores privados que financian proyectos y pueden aportar conocimientos y contactos; y las sociedades de Capital Riesgo, que invierten temporal y minoritariamente en una empresa, convirtiéndose en socio-accionista.
“Tampoco podemos olvidar las ayudas de las instituciones públicas, que pueden ofrecer subvenciones a fondo perdido o préstamos con intereses reducidos aunque obtenerlas puede ser complejo debido a requisitos y procedimientos. Son muchas opciones posibles y a la hora de elegir una de ellas conviene contar con el mejor asesoramiento posible”, apunta Peñas de Pablo.
Concurso de acreedores
Y algo similar ocurre con el concurso de acreedores, un mecanismo al que pueden acogerse las empresas que están en situación de insolvencia. “Además de resolver problemas de falta de liquidez, el concurso actúa como una segunda oportunidad, ya que busca reestructurar deudas y mantener la actividad económica de la empresa”.
Este proceso puede derivar en un convenio con los acreedores que incluye quitas y aplazamientos de deudas, paralizando ejecuciones y procedimientos de apremio. Además, permite hacer una reestructuración empresarial y separar las unidades de negocio productivas de las deficitarias. “Es una herramienta crucial para garantizar la viabilidad de las empresas y su impacto social positivo, pero una vez más, debe ser empleada por alguien que tenga profundos conocimientos de las opciones que plantea, ya sea un empresario extraordinariamente formado, una gran empresa con un departamento propio para este tipo de áreas, una gestoría, que es la opción ideal para las pequeñas y medianas empresas que en estos momentos sufren dificultades”, finaliza el CEO de Servicios Reunidos Peñas.
